No sé si seré capaz de expresar todo lo que esta obra me ha hecho sentir, pero voy a intentarlo igualmente.

Memory in the Letter quizá no sea una historia perfecta. Reconoces sus giros de guion antes de que sucedan y, suponiendo que estos han de ser efectistas, pierde la novedad que estos podrían implicar. Sin embargo, ser consciente de cómo los puntos se conectan a través de las pequeñas pistas creo que es precisamente lo que el equipo detrás de la producción buscaba.

MitL es una historia sobre un amor mágico, sobre dos personas que rompen las leyes del universo para poder tocarse, aunque eso implique el paso del tiempo, uno de los regalos más inmensos que alguien puede darnos. Porque es el único que jamás se recupera. Tiempo con nosotros. Tiempo para estar con nosotros.

La actuación de los actores me pareció excepcional. Tanto Parky como Beck consiguen personificar la pureza de la juventud, la búsqueda de futuro sin mácula. Y Can, en ese último capítulo, consigue retratar y estar a la altura del trabajo que Parky había hecho hasta el momento en la creación del personaje de Songjam.

En el último episodio no he podido evitar llorar nuevamente. La introducción de ambos actores en el momento del regalo de Navidad me pareció magistralmente enternecedora. Y que Songjam haya esperado todo este tiempo no solo para estar con Aksorn, sino para ayudarle a cumplir sus sueños... es demasiado para mí. ¿Y esa valentía absoluta a la hora de decirle al padre de Aksorn que estaba saliendo con su hijo? Casi me desmayo. Aunque nada superará al hecho de ver a padre e hijo reunidos, el primero pidiendo perdón por sus errores y apoyando el sueño del segundo y este feliz del futuro que le espera a ese vínculo.

No puedo dejar de recomendar esta obra. Y en este comentario no voy a hacer referencia al resto de comentarios negativos porque esta es mi fiesta y lloro si quiero.